La carpa encierra a un país
y la luz extasia a los presentes
que abonan la función
para que el circo abra
en el escaso tiempo de los obreros.
El presentador embriaga con su verborragia
la euforia del público,
luego salen los magos a distorsionar la realidad
y a jugar con la ilusión
de los espectadores.
Los animales de reacción
repiten sometidos las instrucciones del domador,
perdieron su instinto de libertinaje
y la conciencia de sus fuerzas.
Los acróbatas saben
como mantenerse con estilo y pulcritud
sobre la cornisa,
los malabaristas
despliegan sus habilidades
en una balanza desequilibrada
y los enanos se presentan como anormalidades,
son el punto de asombro en la morbosidad.
La Meca del circo son los payasos
que invitan a reír vírgenes de reflexión,
incitando al público a anesteciar sus mentes.
Ignorado por la escena,
el mimo se expresa pero no tiene voz,
los pocos que consiguen interpretar su mensaje
al término del show
NO APLAUDEN.
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